martes, 15 de junio de 2010









Unas cuantas lágrimas, la cabeza en otro sitio, el corazón desplazado. El saber estar en los pies y el sudor en las manos. El teléfono en la oreja. Las lágrimas en las mejillas, la cabeza baja.

Los ojos, abiertos por inercia, tus ideas, lejísimos. El cigarro en la boca, el mechero, en las manos temblorosas.

La rabia, el amor, la tristeza, la desesperación, la impotencia, el llanto, la sonrisa, el consuelo, el fin. Todo en la misma idea. Todo en la misma idea de la peor forma que podría estar.

La cabeza nunca ha estado tan ausente. La moralidad, la justicia de la vida, en auge. Preguntas existencialistas para dar y regalar. Mísero recuerdo que me atormenta cada segundo de paz que tengo, mísera realidad, mísera vida. Puto karma. El karma no existe. Es bonito tener algo ahí por lo que guiarte, el problema de eso es que sueles acabar echándole las culpas cuando las cosas no salen bien, aunque quizás esa sea su función.

Todo se va de las manos cuando pasa esto. El perfecto orden se auto cuestiona. Poquito a poco, ese recuerdo no necesita de ese segundo para estar en ti. Cada vez ese segundo tiene menos protagonismo. Pero tú en realidad no te lo crees. Si cierro los ojos, y me dicen que el ordenador que está enfrente, no está, yo no me lo creo, y valientes aquellos que se atrevan a cuestionar mi palabra.

Parte de mí, es parte de mí. Me ha hecho ser yo. Mi humor, mis bromas. No puedes tirar la piedra y esconder la mano. Da la cara, es muy feo estar solo para lo bueno, te lo gritaría su pudiese.

Además, ya he dicho que no me lo creo. Y cuando te vea me enfadaré un montón por esta broma pesada.

Y no, me niego a redireccionar mi vida, redireccionar lo que quiero, no quiero cambiar nada joder, y tú no eres nadie para quitármelo, no tienes derecho.

El peluche pingüino ya no suena cuando le aprietas, me daba miedo decírtelo por si te ponías triste, y yo no quería eso, quería arreglarlo, pero pobre de mí, la procastinación inconsciente a veces me hace sentir tonto, pero más tonto me haces sentir tú, y te digo que no tienes derecho.

Estamparía la guitarra, y me pondría los pantalones con el único fin de poder traspasar muros, como en el anuncio. Saldría pegando un portazo de la puerta, que la tiraría al suelo, con estruendo incluido. Bajaría las escaleras de dos en dos, corriendo, y si me encuentro a la puta del segundo, la escupo en la cara. Rompería el cristal en vez de abrir la puerta. Rompería papeleras, coches, establecimientos, pegaría a niños, insultaría a hombres, y correría, a lo cobarde. La tomaría con el que reparte papelitos en el metro, y se los metería por el culo. Si mientras corro por la calle, me encuentro al típico que tiene un cartelito de “regalo abrazos” le robaría el cartel. A la niña que escucha música en el móvil, con el volumen alto, le daría un guantazo. Les diría a todos los niños la verdad sobre los reyes magos. Quiero hacer daño, quiero hacer daño…

Nada tiene importancia, y si la tiene, la cabeza no quiere pensarla. Y es que hoy, día 15 de junio de dos mil diez, una parte de mí, un poco de mi alma, se ha ido, se ha ido para no volver.

Te deseo lo mejor, de todo corazón, mi niña, mi vida, mi amiga. Te deseo las mejores juergas, los mejores momentos, te deseo la felicidad ahí arriba. Te lo deseo todo.

Y aunque te hayas ido, y me hayas arrancado a pelo un trozo de mi alma, mi cabeza te recordará, te almacenará en un lugar privilegiado, y hará uso de ti en momentos en los que algún problema me pueda, porque sin duda, esa es tu mejor virtud, y solo te pido una cosa, una última cosa, quiero recordarte con una sonrisa, quiero recordarte feliz, cantando, gritando, haciendo bailes tontos, quiero recordarte alegrando a todo lo que directa o indirectamente llega a ti, quiero recordarte como la flor de mi jardín, una flor, que incluso sin agua, viva, y se contonee con el viento, mostrando orgullosa su belleza, quiero pensar en tí, y quiero que hagas honor a tu fama. Mi cabeza te recordará hasta el fin de mis días, hasta el día en el que me encuentre contigo, mi niña.

Te quiero.

2 comentarios:

  1. Apenas conocí a Coral, apenas la ví. Pero de lo poco que ví, todo me pareció bonito. Era una chica bonita. Recuerdo sus ojos, grandes, mirándome, aquella noche. Me atraían especialmente. Me hubiera encantado acercarme, y hablarla. Me atraía especialmente.

    Y creo que iba a tener oportunidad de hacerlo. Pero ya no. Apenas la conocí, pero todo lo que vi de ella, era bonito. Era una chica bonita. Me habló por tuentichat hace poco. Fue iniciativa suya, me sorprendió, porque me dijiste que era muy tímida. Me dijo que te gastáramos una broma. Íbamos a hacer como que, Coral y yo, eramos novios virtuales, para que te lo creyeras. De hecho, empezamos a hacerlo. Era divertida.

    Tenía ganas de verla, no miento al decirlo. Y ahora no puedo. No es una gran pérdida para mí, pero en cierta manera, esto me toca, claro. Y somos egoístas, y cuando perdemos algo, nos enfadamos.

    Y Coral, ha dejado cosas atrás. Y de ahí, la rabia, la tristeza. Era una chica bonita, y su pérdida, duele. Y nadie quiere perder cosas bonitas. A todos nos gustan las cosas bonitas. Coral, era una de ellas. Era una prueba de que las cosas buenas existen.

    Yo lo siento, aunque me gusta haberla conocido, lo poco que lo he hecho. Doy gracias por ello. Ella me dijo que hay cosas bonitas, y eso siempre es esperanzador, reconfortante. Por las cosas bonitas es por lo que merece la pena vivir, al menos, yo lo veo así. Me gusta haber tenido contacto con ella. Ahora, la recuerdo con un cariño extraño, extraño, porque apenas traté con ella, pero es así.

    Dije, que Coral, ha dejado cosas atrás. Tristeza y rabia mencioné. Pero eso cambiará. Los sentimientos se aceptarán, y seguro que cambiaran. Quiza a orgullo, a cariño, a agradecimiento, satisfacción, y esperanza, como he dicho antes.

    El egoísmo, lógico y natural, desaparecerá. Ella ha vivido su vida, la que le ha tocado. Ella ahora no creo que lamente nada. Si está, estará bien. Luego tenemos que preocuparnos por nosotros. Si ella ha vivido bien, entonces, bien está.

    No la conocía apenas, y poco puedo decir sobre ella, pero esto, quería decirlo.De lo poco que vi, todo era bonito. Ella era una chica bonita.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar