jueves, 18 de febrero de 2010

Inercia

Suena el despertador tan fuerte que te tira de la cama. Miras la hora, y ves que vas justo. Desayunas, te vistes y cuando te estas echando colonia, te entretienes mirándote, hasta que vuelve a sonar el despertador porque no lo has apagado del todo. Cuando vuelves al cuarto, vuelves a ver la hora y ves que definitivamente llegas tarde. Te pones los zapatos corriendo y sales corriendo. Ya en el metro, empiezas a correr, porque ves el tren llegando. Sacas el billete rápido, lo pasas, te lo pones el la boca, te guardas la cartera mientras corres y saltas escalones de 3 en 3, para entrar apretujado y darte cuenta de que has guardado la cartera pero el puto billete sigue en tu boca. Llegas a sol, y sales corriendo, porque como tardes se forma una mole de gente lenta y gilipollas que nunca, nunca es ágil subiendo escalones. Sales corriendo, te das un poquito de ostias con la gente mientras algunos te miran mal y murmullan, y subes los escalones de 2 en 2. Llegas al cercanías, y ves que tu tren YA está parado. Sacas el billete corriendo, lo pasas, te lo pones en la boca, te guardas la cartera pero antes te das cuenta de que tienes el puto billete en la boca. Eso te hace perder tiempo, pero vas por la izquierda de las escaleras mecánicas, saltándolas de 3 en 3, hasta que llegas al suelo y corres. Una fuerte corriente de viento te da en la cara, te despeina si vas peinado y te corre el rimel si vas maquillada. Llegas al andén, y tú tren no está. De repente, escuchas al gilipollas de turno diciendo por telefonillo: Chamartin, via 2. Esperas, y al final te subes al cercanías.

Vas apretado, y acalorado, hasta que el tren llega a Nuevos. Ahí todo el mundo, sabiendo que la gente va a salir, se intenta acercar un poco a la puerta, preguntando, vas a salir? Todo el mundo sale en Nuevos, y el que no lo sepa, es tonto o de fuera. No se porqué son tan impacientes.

Consigo sentarme esquivando las insultantes rodillas que no se encojen para dejarme pasar, y me siento, mientras miro atentísimo, al paisaje que veo 2 veces al día todos los días lectivos. Pero siempre te parece interesante mirar. Te llegas a sentir a gusto y disfrutas el camino hasta que ves cantoblanco universidad y te activas para bajar pronto. Bajas y como no, llegas tarde. Mientras el tren para, tu mente en milésimas de segundo piensa sobre si te vale la pena quedarte fuera, o te dejará entrar el profesor.

Te enciendes un cigarro, y cuanto mas andas, menos pulmones tienes para fumartelo. Llegas meandote, pero te encuentras a uno de la clase que corre, y le sigues. Entras en la clase levitando y te sientas. Pasan las horas mientras haces garabatos con forma de letra en tus apuntes, pero estas ahí por inercia, haces acto de presencia por inercia, y luego, con la misma cara, sales de la clase arrastrando los pies, con un poco de hambre, y sin nada en la cabeza. Vuelves al tren, haces todo el camino hacia atrás, hasta que llegas a la estación, te sientas, te pones los cascos y si tienes suerte apoyas tu cabeza sobre alguien de confianza sentado a tu lado. Llegas a tu parada y el tren te echa de una patada, las escaleras mecánicas te escupen a las máquinas de tickets, pero ya no acabas con el ticket en la boca, porque ya si que no tienes nada por lo que correr, la inercia se agota. Llegas a casa, pones la tele, y pasas el resto del día vegetal, haciendo lo mismo que no te cansa pero que tampoco te llena. Si has pensado en cambiar algo en la vuelta del tren, cuando estas en casa ya ni te acuerdas. Te quedas hasta tarde sabiendo que te costará levantarte, hasta que el sueño te haga la zancadilla y caigas redondo en la cama, listo para recargar tu inercia, y seguir así otro día mas, ¿y otro día mas? ¿ y otro día mas? ¿y otro día mas? …

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